Primero de todo: ¿Parir siempre duele?
En la mayoría de las veces sí, no te voy a mentir. Pero hay una minoría que no siente precisamente dolor.
Según investigaciones sobre el parto espontáneo, existe un porcentaje de entre 7 y 14% de mujeres en la sociedad occidental, que dan a luz sin dolor.
Casualmente (o no), ese porcentaje coincide con el porcentaje de personas que son capaces de entrar en un estado profundo de meditación o abandono de la conciencia.
Y es que para parir hace falta precisamente eso: desconexión del exterior, para conectar con el proceso.
El dolor no es en vano. No es un castigo divino gratuito. El dolor tiene su función (y la veremos más adelante).
Piensa que descendemos del mono y el hecho de que andemos erguidos provocó cambios en nuestra pelvis, para que no perdiéramos el equilibrio. Todo eso, ligado a que nuestro cerebro se hizo más grande, y por tanto, nuestro perímetro cefálico, así que nuestro parto es algo más dificultoso.
Pero entonces, ¿cómo se justifica que algunas mujeres no sientan dolor si somos todas iguales estructuralmente?
Porque el dolor depende de otros factores también.
Así que vamos a ver los 7 errores que hacen que tu parto duela más de lo necesario:
Que no conozcas la fisiología normal del parto.
Si no sabemos qué es lo normal y qué no lo es, muy seguramente tengamos unas expectativas muy diferentes de la realidad y pasaremos todo nuestro parto pendientes de todo lo que ocurre, temiendo lo peor, deseando que termine, en fin, sufriendo. Todo eso genera una gran tensión en el cuello del útero haciendo que la dilatación sea más difícil y dolorosa.
Al entender qué pasa realmente en nuestro cuerpo cuando parimos, qué le pasa al bebé, el porqué de cada cosa, estamos más confiadas, nos dejamos llevar por el proceso y la dilatación va a fluir mucho mejor, sin que sea una lucha entre el bebé y el cuello del útero rígido.
No confiar en el profesional que atiende el parto o en los protocolos del hospital.
Te recomiendo que, antes de ir a parir en un hospital, investigues cuáles son los protocolos de la unidad de parto. Para ello, la matrona que acompaña tu embarazo en tu zona, debe saber responderte a eso. Que te cuente cuando se ingresa, qué pasa si vas con la bolsa rota y no estás de parto, cuando se induce un parto, si hay separación mamá-bebé, si respetan los tiempos recomendados por las autoridades sanitarias (tiempo de dilatación, tiempo de bolsa rota, tiempo de pujos…, si existe un control obstétrico respetuoso… ) Y si en tu hospital de referencia, no te gusta cómo trabajan, toca hacer turismo obstétrico y buscar otra cosa.
No contar con un apoyo emocional.
Está más que comprobado que el apoyo emocional durante el trabajo de parto es fundamental. El parto no es un proceso solamente físico, sino que existe un componente emocional muy fuerte.
No es lo mismo parir acompañada de una persona que te anima, que te dice que eres fuerte, que eres poderosa, que lo estás haciendo estupendamente,
que parir al lado de una persona que se está compadeciendo de ti continuamente, que no confía en tu cuerpo, que ve todo el proceso como si fuera un martirio…
Hay una diferencia abismal en tu propia confianza en el proceso según quien te acompaña.
No moverte libremente.
Tumbarte en una cama y pasar allí las horas de dilatación.
¿Recuerdas que al principio de estas líneas te dije que el dolor tiene una función en el trabajo de parto? La principal finalidad del dolor es avisarnos de las mejores posturas para aumentar los diámetros de la pelvis.
El dolor nos obliga a movernos. Una mujer en trabajo de parto sin epidural, no para quieta. Se pone de pie, se agacha, se pone a 4 patas, cuclillas… va buscando la postura para aliviar ese dolor. Y la postura que lo alivia es la que abre más un diámetro concreto de la pelvis, justo por donde está pasando el bebé en ese momento.
Así que debemos de tener libertad de movimiento.
Y si decides ponerte la epidural, que en muchos hospitales no te permiten levantarte de cama, muévete en cama también.
Cambia de postura cada cierto tiempo: un lado, otro lado, con una pierna apoyada en una pelota en la cama, de rodillas, 4 patas, cuclillas… Puedes apoyarte en el cabecero de la cama para estar más cómoda y estable.
No emitir sonidos si te lo pide el cuerpo.
Hay momentos, durante la dilatación que nos dan unas ganas imperiosas de gemir con las contracciones. Es casi como algo involuntario. Pero, algunas mujeres, por vergüenza, intentan reprimir los gemidos, provocando una gran tensión en todo el cuerpo, y por tanto, en el cuello del útero.
Además, hay una teoría que afirma que la garganta está conectada con el cuello del útero y que los labios están conectados con la vagina, así que si reprimimos un sonido, tenemos que cerrar fuertemente garganta y boca, lo que provoca un cierre, una tensión en el cuello del útero y en la vagina.
No hacer uso de métodos alternativos de alivio del dolor.
Las contracciones no empiezan siendo dolorosas de repente, sino que surgen como un ligero dolor de regla que va aumentando en intensidad.
Además, hay prepartos largos que empiezan y luego parece que se paran y se puede estar así días. Entonces, aunque tengas pensado ponerte la epidural, necesitarás métodos alternativos de alivio del dolor, ya que hasta que estés en trabajo de parto establecido, no podrás optar por la epidural.
Tienes infinidad de opciones: ducha, bañera, aceites esenciales, masajes, puntos de acupresión, pelota de pilates, ciertas posturas según el tipo de dolor… y un largo etc.
Entorno corticoestimulante o lo que es lo mismo: interferencias y estímulos excesivos.
Necesitas desconectarte del mundo para poder fluir con tu proceso y facilitar el parto. Necesitas un entorno íntimo, relajante, de confianza. Por lo tanto, debes evitar interrupciones, exceso de luz, de ruido, evitar estar pendiente de nada… De esa forma, favorecemos la principal hormona responsable del parto: la oxitocina.
No prepararte emocional y físicamente para el parto.
Es fundamental tener una buena preparación durante el embarazo.
Desde que los partos se han vuelto prácticamente hospitalarios, hemos perdido la cultura de parir. Antes, se paría siempre en casa y era normal ver y participar de un nacimiento. Ahora, vamos a parir sin haber visto nunca antes un parto, así que, nos quedamos con las referencias de las películas, series: la típica escena de mujer gritando, llorando, casi como poseída y mucha sangre, muchos médicos, muchos aparatos…. Además de casi siempre relacionarlo con algo peligroso.
Con una buena preparación, tanto física como emocional, aprendes a confiar en un proceso tan natural como es dar a luz, confías en tu cuerpo, en el bebé, estás tranquila porque sabes qué es lo normal, eliminas las expectativas negativas del dolor. Vas a conseguir estar relajada entre las pausas de las contracciones, vas a estar más conectada con tu bebé… en fin… vas a eliminar el miedo, la tensión, la pasividad… y todo eso va a hacer que tu parto sea vea facilitado y sea mucho más fluido, como debería ser.
Prepararte para el parto va a hacer que no cometas estos 7 errores anteriores.
Abro plazas para mi curso completo de Preparación al Parto y a la Maternidad.
Son un total de 5 módulos: EMBARAZO, PARTO, PUERPERIO Y CRIANZA y un último bloque de PUESTA EN PRÁCTICA PARA EL PARTO.
Todo abordado desde un enfoque tanto físico como emocional.
Así que si quieres llegar al, probablemente, día más importante de tu vida, bien preparada, te voy a dejar el acceso para que puedas solicitar una plaza o para que me preguntes lo que necesites saber.
Estaré encantada de tenerte en mis clases.
Hasta pronto.