“Para cambiar el mundo es necesario cambiar la forma de nacer”, lo dice el Dr. Michel Odent, obstetra reputado y defensor del parto natural.
Y así es. Eliminar la violencia en el mundo empieza por aniquilar la violencia obstétrica.
Dar a luz y nacer, deberían ser actos de amor, paz, alegría y satisfacción. Una mala experiencia de parto no solo afecta a la madre, sino también al hijo.
Almacenamos en cada una de nuestras células el recuerdo de nuestro nacimiento. Aunque no seamos conscientes de ello, condicionará nuestro ser y, por tanto, toda nuestra vida.
A menudo, se subestima el poder de las vivencias de parto y nacimiento y su afectación tanto en la mujer como en el bebé. Vamos a parir muertas de miedo, aceptamos intervenciones innecesarias y perjudiciales por pura ignorancia o, incluso, optamos por una cesárea según nuestra conveniencia sin pensar en lo que le supone a nuestro bebé.
Por suerte, la neurociencia pone su foco cada vez más en nuestro periodo primal. La relación entre el nacimiento y cómo afrontamos la vida es algo que se está estudiando con más énfasis y que nos hace entender muchas cosas hasta ahora incomprensibles.
Mientras más traumático es el nacimiento, más profunda y dolorosa es la impronta y huella primal.
Solo se nace una vez, así que regalemos a nuestro bebé la mejor experiencia de nacimiento posible.
Y es por ello que te he grabado un vídeo donde te cuento qué intervenciones innecesarias y perjudiciales para tu bebé debes evitar durante su nacimiento y esas primeras horas sagradas.
Dale al play, deja lo que estás haciendo y ponle atención. No tiene desperdicio.
Te deseo un parto envuelto en mucha oxitocina natural.
Un abrazo.
Daniela, tu matrona online.